Hay grandes discursos, esos que motivan a naciones enteras, como el mensaje de Churchill a la Cámara de los Comunes en mayo de 1940, de donde viene esa famosa frase: “No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.”
Motivar
Motivar
Motivar
Hay grandes discursos, esos que motivan a naciones enteras, como el mensaje de Churchill a la Cámara de los Comunes en mayo de 1940, de donde viene esa famosa frase: “No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor.”