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“Señor, Dios mío, ayúdame a ser obediente sin replicar, pobre sin quejarme, casto sin corromperme, paciente sin murmuración, humilde sin fingimiento, alegre sin ser desenfrenado, maduro sin ser pesado, ágil sin ser descuidado, temeroso sin desesperarme, veraz sin doblez; que cuando haga el bien no me lo atribuya como mérito propio; que cuando corrija al prójimo no lo haga con superioridad, sino que lo edifique con la palabra y el ejemplo sin simulación.”
— Tomás de Aquino, Oración para ordenar la vida propia
Conversaba con mi hijo sobre lo que las personas buscan hoy de los creadores de contenidos. Él tiene bastante experiencia ayudando a creadores de contenido e influencers, y en realidad lo que más valor aporta hoy, según su visión, son los creadores, más que los influencers.
Un influencer al final termina copiando a otros, repitiendo lugares comunes, y sobretodo publicitando marcas. Un creador debería ser más que eso.
Mal que mal, lo que nos interesa es leer algo interesante, que nos aporte, que nos enseñe.
Pero uno de los problemas que ocurre cuando empezamos a crear contenido es que caemos en la trampa pedagógica. Esta consiste en que no nos sentimos capacitados para enseñar desde nuestra experiencia personal, y acudimos a libros o lecciones de terceros.
Si analizas esos grandes libros que has leído para aprender sobre tu profesión, o a los que acudiste cuando te nombraron jefe, gerente o director de un proyecto, puedes ver que se dividen en dos. Están los académicos, escritos por gente que se ha dedicado a investigar casos y plasmar lo que parece funcionar vs lo que no. Y están esos otros escritos por gente que ha tenido experiencia real en el campo.
Tomemos el caso del clásico libro The Mythical Man Month. Es un ejemplo del segundo caso, escrito por alguien con mucha experiencia real, Fred Brooks. Aunque parte de su experiencia dirigiendo un gran proyecto, el autor también imprime algo del rigor académico en los ensayos que incluye en su libro. Pero lo que más apreciamos al final tiene que ver con la experiencia personal.
Desde que estoy escribiendo este newsletter el post que más “éxito” ha tenido, porque ha sido promovido por lectores en redes sociales, del cual he recibido más comentarios positivos, y que parece gustar más es este sobre las 3 lecciones DevOps. Porque habla desde mi perspectiva personal, lo que aprendí ejerciendo mi oficio a lo largo de 30 años. Otro post popular fue este donde conté mi experiencia cuando iniciaba mi carrera construyendo un sistema para ferreterías.
Creo que eso es lo que de seguro más aprecian varios de ustedes mis lectores. Creo que es lo que estamos buscando todos a estas alturas. Escuchar las voces de aquellos que están experimentando o han experimentado lo mismo que nosotros. Que nos cuenten sus historias de éxito y fracaso.
El contenido valioso no viene de copiar lo que otros ya han dicho, aunque lo adornemos y adaptemos. Podemos usar ese contenido como apoyo, soporte o respaldo para afirmar lo que proponemos, mal que mal, cuando tomamos decisiones en el pasado, lo hicimos en base a lo que escuchamos, aprendimos, o leímos alguna vez.
Por otro lado, me pasa que me fastidian muchos influencers tech, y creadores de contenido que han aparecido. No sólo porque muchas veces dicen cosas incorrectas e imprecisas, sino porque abundan en certezas.
Ojalá, con toda la experiencia que tengo desarrollando software, tuviera la certeza de varios de ellos. No diré que soy alguien humilde, pero tampoco soy un arrogante vendedor de humo lleno de certezas y caminos adecuados al éxito.
Es por eso que no van a ver por acá listas de cómo lograr que tus proyectos siempre tengan éxito, o los mejores lenguajes de programación que debes aprender.
Yo he visto que ciertas cosas han funcionado en ciertos contextos y que las mismas herramientas en otros contextos no. No hay absolutos en ninguna profesión, y creo que cometí muchos errores por defender certezas e ideas que creí que eran la verdad absoluta.
Ya estoy demasiado viejo, y he sufrido muchas derrotas para haber adquirido algo de humildad. Sigo cagándola, pero al menos ahora tengo una capacidad para reflexionar y pedir perdón cuando tengo la oportunidad.
Creo que eso es lo que ustedes esperan, sinceridad y experiencia, no recetas.
Sin recetas
Para porfiar un poco: aprecio las certezas como elemento pragmático de la comunicación. Al final todo lo que decimos está implícitamente prefijado por "yo creo que" y calificado con distintos grados de seguridad. Pero explicitar todo eso todo el tiempo suele hacer más dificíl la comprensión (o pierde seguido contra las mil distracciones que nos rodean).
También aprecio las certezas jugadas, cuando hacen predicciones que pueden resultar falsas o vergonzosas. Alguien que yo pienso que dice cabezas de pescado pero que se juega su reputación donde están sus cabezas de pescado, se merece algo de aprecio para mí. (Es demasiado fácil no estar seguro de nada y por ende nunca jugarsela por nada).
Dicho eso, creo que los "thought leaders" e "influencer techs" se ganan un poco de odio por el *objetivo* detrás de sus certezas. Suelen ser certezas usadas como baits, para que generen clicks y reacciones. Que aunque sean negativas, ayudan con la difusión. Lo encuentro diferente a quien usa el recurso para simplificar el mensaje o para transmitir una creencia genuina. Pero no es fácil distinguir tampoco.
Me gusta tu punto medio. Es un agrado leer tu prosa.
Muy de acuerdo; no me motiva leer un "instagram" donde todo es comida linda y viajes exóticos, quiero leer sobre exitos, fracasos y reflexiones honestas