En un ejercicio de escritura automática, un día empecé un relato de ciencia ficción distópica a través de varias entradas en Facebook.
Terminé de pulir y publicar este relato en mi blog “Akarrú”, puedes leerlo en este enlace..
El relato parte así:
— Papito, ¿qué eran las redes sociales?
Le gustaba que su hija le hiciera esas preguntas sobre el pasado, pero también le dolía responderlas.
— Hija, en esos tiempos la religión había dejado de ser el opio de los pueblos (¿ya te conté que eran las religiones y el opio, recuerdas?). La Red resultó ser un medio más efectivo de control del pensamiento que la televisión, porque se les dio a las personas la sensación de que podían opinar. Y se alzaron vociferantes, pero en realidad eran solo bits que no emitían ruido alguno. Fue fácil fragmentarlos y aislarlos detrás de pantallas. Las redes sociales eran precisamente eso, redes tiradas al océano llamado internet para capturar sentimientos, comportamientos y después venderlos como harina de pescado procesado. Así como los peces caen en las redes que colocamos allá en los roqueríos ocultos, donde sacamos nuestros alimentos, en ese tiempo había grandes navíos que tiraban redes al mar para atrapar millones de peces. Algo similar pasaba con las personas en internet. Esas eran las redes sociales, hija mía. ¿Entiendes la analogía?
En la versión original del relato se mencionaba una guerra que había comenzado a través de las redes sociales y que había llevado al colapso de la sociedad, pero eso lo eliminé de la versión final porque me parecía exagerado.
Pero la realidad muestra que esa idea quizás no era tan exagerada, pues vivimos en una época en que los líderes mundiales se provocan, insultan y discuten a través de Twitter.
¿Es realmente relevante para la sociedad la existencia de Twitter?
¿Por qué Elon Musk invirtió tantos miles de millones de dólares en su compra? Porque es obvio que su tan cacareada defensa de la libertad de expresión no es tal.
¿Es posible que la idea sea destruir Twitter y los medios sociales para quitarle voz a los menos poderosos?
La verdad es que, tal como planteo en la introducción de mi relato, los medios sociales no fueron nunca sobre lo social, en el sentido de crear comunidad e interacción entre personas. El objetivo primordial era llamar la atención de la gente, y la primera forma de hacerlo fue compartiendo su rutina diaria.
Inicialmente, las redes sociales se convirtieron en el escenario en el que los narcisistas podían publicar sus “éxitos” y la fascinante vida que llevaban, mientras los envidiosos les daban “me gusta” y en foros privados difundían sus venenosos comentarios.
Después surgieron los influencers, personas que podían generar ingresos gracias a sus publicaciones. Cuando este fenómeno empezó las redes cambiaron. La gente se volvió más cauta en publicar sus propias fotos y videos. Solo ocasionalmente, y el resto del tiempo se dedicaba a observar la vida cautivadora de los influencers y los famosos. Las redes se fragmentaron por rangos etarios.
Facebook para los mayores. Instagram para el milenial. Y la novedosa TikTok, el reino de la generación Z.
Mientras tanto, Twitter se convirtió en un caso aparte. Una ciudad con muchos barios. Barrios rojos y turbios, donde se promueve desde pornografía casera, hasta oscuras redes pedófilas o de abuso sexual. Pero ese barrio es marginal al lado del más amplio, donde los empleados critican a sus jefes, o se quejan de los pésimos días que les toca vivir.
Si Instagram es el espacio de la vanidad y el brillo, Twitter es ese espacio oscuro donde los envidiosos critican a los influencers, o las vidas felices de sus amigos en redes más luminosas.
Twitter se volvió un espacio donde esparcir todo lo tóxico de la sociedad.
Aunque tiene espacios luminosos y brillantes, donde eruditos comparten interesantes hilos sobre historia, filosofía, música o ciencia. Donde personas más centradas comparten discusiones elevadas y edificantes.
Twitter pudo haber sido el Ágora de nuestro tiempo. El espacio ciudadano donde la discusión política, con sus bemoles incluidos, pudo haber florecido.
Twitter es el Instagram político. El espacio donde los actores públicos llevan sus discusiones a la gran masa. Pero donde el debate se convierte en un combate de barras bravas. Por su naturaleza no moderada, Twitter se convirtió en un conjunto de cámaras de eco.
Personas como Elon Musk y Donald Trump encontraron en Twitter el espacio perfecto para interactuar con esas masas anhelantes de líderes demagogos, que prometan riqueza fácil y la eliminación de todo aquello que les molesta.
Yo creo que las redes se volvieron tóxicas porque ignoramos una regla básica de los grupos humanos. Los más vociferantes no son los más sabios, sino que los más peligrosos. Es casi inevitable construir una red, tan permisiva y abierta como Twitter, sin evitar que se llene de estos barrios peligrosos y tóxicos, y que esa toxicidad invada todo.
Algo de moderación tiene que haber. Y no se trata de bloquear el debate, limitar la libertad de expresión, o proteger solo a los liberales y progresistas, como nos quieren hacer pensar aquellos que defienden esta toxicidad. Los conservadores también deben ser protegidos de esta.
El gran peligro que corremos es el surgimiento de pensamientos extremos duros, que seriamente consideran que la exterminación de quienes no opinan como ellos es la solución correcta para tener una sociedad segura y próspera. Estas ideas de persecución y exterminio de todo el que no opine como estos líderes ya están siendo repetidas por las masas ignorantes. Es cosa de ver cientos de videos y entrevistas a gente de estratos populares, donde expresan la vuelta a tiempos de dictaduras, como la solución al actual clima de “polarización”.
He meditado mucho sobre mi continuidad en redes sociales. Las únicas cuentas que mantengo más o menos activas son la de Twitter y LinkedIn. Y principalmente porque son los espacios donde mantengo mi contacto con lectores y "followers”.
Para mí sigue siendo importante la promoción de mi contenido, blogs, libros y pódcast. Pero, por otro lado, Twitter y LinkedIn se han vuelto en ambientes cada vez más desagradables para interactuar.
Es por eso que he decidido volver a los recursos que teníamos antes de la explosión de los medios sociales.
Un newsletter es un modo interesante de armar y mantener comunidad. Lo mismo que el pódcast, estos medios me permitirán explorar nuevos medios de interactuar con ustedes, manteniendo un ambiente seguro y libre de toxicidades.
Soy, lo que ahora se llama, un creador de contenidos. Un “broadcaster”. Me gusta jugar ese rol. No lo puedo negar. Es algo narcisistas y egocéntrico, pero muchos años atrás alguien me dijo que si no encuentras lo que quieres leer, entonces escríbelo tu mismo. Por otro lado, siempre he creído que si sientes que tiene algo valioso que aportar, entonces es tu deber difundirlo.
Nunca he sentido la pulsión por tener millones de seguidores, y ser famoso. Pero si la de formar una comunidad con quienes compartir mis experiencias. Esa era la promesa de la Web 2.0 y la gran estafa que ejecutaron las redes sociales fue que nos permitirían hacer eso de manera libre y sin costos. Fuimos minados, explotados y nuestras experiencias fueron usadas para alimentar algoritmos de atención. Es hora de que volvamos a entender de qué se trata la web.
Algunos dicen que Mastodon es la alternativa. No lo sé. Creo que el futuro de las redes social es la total descentralización, aunque no estoy convencido de la idea de un Fediverse. Mi espíritu esencialmente anarquista me indica que debemos buscar soluciones que permitan a cada uno de nosotros volvernos en “broadcasters”. Y permitir el surgimiento de lugares donde los afines se juntan. Algo así como los Pubs donde pasemos una “happy hour” juntos.
Es claro que este es un punto de inflexión en la vida de las redes sociales. Estaremos atentos a su evolución. Por ahora, a mis amigos, followers, lectores o conocidos, los invito a incorporarse a este newsletter, para que abramos la conversación.
Los invito a aportar con sus opiniones sobre este interesante tema.
* Imágenes creadas usando Stable Diffussion
Creo que este post se va a quedar corto dados los recientes acontecimientos en Twitter. Cuantos de ustedes han migrado a otra red?