Contar Historias
Si tu único aporte a esta vida ha sido escribir un documento, entonces tu aporte en esta vida es casi cero, si tu aporte fue criticar un documento, tu aporte tiende a cero por la izquierda.
Para escribir documentos solo hay que seguir un algoritmo, y lo entretenido de los algoritmos es inventarlos, descubrirlos e implementarlos, por algo dejamos su ejecución a los autómatas, porque ejecutarlos es aburrido.
Es mejor escribir una historia, una épica si quieres lograr cambios efectivos.
Los humanos somos adictos a las historias, nos fascinan, nos seducen y nos motivan.
Vean la propuesta de Joel Spolsky sobre cómo escribir una especificación funcional. Los casos de uso deben ser contados como historias.
Contar historias es difícil, porque es un arte superior, pero es más efectivo que escribir un documento que sólo termina acumulando polvo.
Por eso que hay que leer historias, como la de Gilgamesh, para aprender como se cuentan las historias. Hay que leer toda clase de historias, no sólo las que te gustan, hay que leer de todo, porque te enriqueces.
Lo mejor, es que no hay un algoritmo para escribir historias, Joseph Campbell en toda su obra, apenas esbozó algunas heurísticas, que han sido aplicadas por grandes contadores de historias. Pero lo único que realmente funciona es escuchar o leer historias, y contarlas con pasión.
Los relatos son mejores que los informes de un comité y logran más cambios, porque las historias nos llegan más. Como dice JC Baroux:
Gilgamesh el mayor rey de la Tierra, dos terceras partes dios y una humano, descubre que también va a morir, a pesar de todos sus esfuerzos y de todo su poder, y eso lo hace humano.
Para mí, eso es lo más interesante de este relato. Más de cuatro mil años después, la historia nos llega. Es una historia profundamente humana, con preocupaciones que resuenan del mismo modo hoy.
Somos tan humanos como ellos lo fueron, y eso es reconfortante en alguna parte. No sé qué parte, pero alguna parte…
Las historias nos reconfortan porque sabemos que nos traspasan algo de la humanidad de sus personajes y de sus autores.
Puede ser que relatar historias sea uno de los más nobles oficios que existan, al menos yo respeto mucho a los que tienen ese don. Aunque no lo crean, para un ingeniero esta puede ser una de las habilidades que vale la pena desarrollar.